No saltes tan temerariamente, algún día morirás, burro, tonto. ¿No comprendes que, si caes al rio, nadie podrá salvarte? Mira pa'bajo lo hondo que es; le gritaba una y otra vez Kira, a su amigo Auki.
Mi padre Enrique fue sujetado por muchas personas. Me llamaba desesperado, pero felizmente su dulce voz llegó hasta mi nueva morada: "... Yolanda, Yolandita, dónde estás hija mía, Yolandaaa".